Hacienda El Tanque: Un auténtico tesoro

En el Valle de Pedrogonzález, la tierra de los mapires, encontramos el mejor testimonio de un pasado glorioso: Más de un siglo de historia se entremezcla con la apacible tranquilidad de la montaña, el mar y el viento para presentarnos la única destilería original en el Oriente venezolano


Por: Karina López. Publicado en la revista Clase Turista Edición aniversaria 2007

Para los que conservamos intacta esa juventud que se lleva por dentro y que renueva día a día nuestras ganas de vivir (aunque no necesariamente nos guste dormir en carpa), siempre es delicioso redescubrir estos tesoros escondidos, contactar con nuestros orígenes, alimentar nuestro espíritu, asombrarnos ante lo inesperado y agradecer las maravillas de la naturaleza. Y cuando apreciamos en toda su magnitud el trabajo de hombres y mujeres a través del tiempo, las energías positivas se desbordan y el hechizo está garantizado.

Cuando tomamos la carretera de Manzanillo, hacia el norte de la isla de Margarita, disfrutamos de hermosas vistas y encontramos, de tanto en tanto, miradores turísticos en los que contemplar el mar es parada obligada. Mientras corre la brisa salada, pasamos la playa de Pedrogonzález y luego playa Guayacán. Gaviotas y pelícanos nos escoltan durante todo el paseo, serpenteando la montaña, y cuando empezamos a bajar… ¡voilá! llegamos al Valle de Arimacoa, un lugar en el que el tiempo parece haberse detenido y donde las horas transcurren a su propio ritmo, imperturbables. Por algo los Guaiqueríes lo llamaban “tierra de las joyas”.

Es allí, en los linderos del sector que hoy por hoy se conoce como el Valle de Pedrogonzález, donde entramos a esa suerte de dimensión paralela llamada Hacienda El Tanque: Doscientas dieciséis hectáreas de intenso verdor y delicioso clima de montaña que colindan con el Parque Nacional Cerro El Copey e incluyen un manantial natural de agua certificada 100% pura que surte a toda la bahía.

Con panorámicas incomparables de las playas de Puerto Cruz, Puerto Viejo y Zaragoza, en los diferentes senderos internos de la finca encontramos mil evidencias de una tierra agraciada y fértil: cerros, laderas y llanuras de naturaleza virgen que albergan frondosas matas de mango, lechosa y parchita, así como pájaros, conejos, búhos, tigritos o el típico venado margariteño… Ya la omnipresente brisa no es salada, y todo el entorno conspira para que nos olvidemos de que estamos frente al mar.

Todo el verde que se puede recorrer en este lugar, alberga y representa a todos los pobladores de Pedrogonzález. Maura Abraham, actual propietaria del lugar, nos cuenta: “aquí hacemos bodas, cumpleaños y los niños del valle suben a bañarse en la piscina del manantial cuando no tenemos huéspedes. Es imposible negarles ese privilegio que les dio la tierra donde nacieron”.

Pero más allá de todas las bondades naturales de este remanso de paz y la eterna amabilidad de Juan José, Maura y Pío, ese magnífico amigo que habita esta tierra hace muchísimos años- y el orgullo de ser el único alambique de ron original en el oriente del país que ha sobrevivido a los embates del tiempo.

Pasado y presente
En el siglo XIX la destilería de ron era un negocio fuertemente arraigado en Venezuela, parte importante de la economía de la época. En todo el territorio nacional operaban varios alambiques y, en el estado Nueva Esparta, la leyenda cuenta que hubo seis o siete. La destilería de El Tanque ha sido tema de innumerables expresiones artísticas, desde pinturas hasta galerones, pues ha sido testigo y protagonista de más de un siglo de historia y ha tenido una enorme importancia en la vida de la colectividad local.

A la entrada un cartel antiguo certifica que la licencia de la Hacienda El Tanque fue el quinto permiso expedido a nivel nacional para fabricar ron. Corría el año 1880, y en esta finca se producía un aguardiente de caña de azúcar muy famoso en el Oriente venezolano y en las Antillas... Automáticamente, nos transportamos al siglo antepasado.

La estructura conserva hoy en día su fachada colonial, con ventanales de madera y tejas rojas. La sala está sobre el tanque donde se guardaba el ron y las maderas originales que tapaban el contendedor sirven de sofá. La mesa de centro está decorada con piezas originales, encontradas en los terrenos. Una etiqueta original del ron que allí se envasaba, indica que la familia Alfonzo fue la primera propietaria de la finca.

Las paredes de la casa están adornadas con 30 cuadros de autores margariteños, con motivos que evocan todos los elementos que existen en esta hacienda. “Destilarte” -así se llama la muestra pictórica- es una suerte de exposición permanente que es a la vez una ofrenda al lugar y tributo a los artistas radicados en la isla que permanecieron cuatro semanas hechizados dentro de esta casa.
Y es que esta isla es mucho más que sol, playa y arena: guarda maravillosos secretos, miles de historias y gratas sorpresas, disponibles siempre para todo el que las busque y las sepa apreciar. Lugares como la hacienda El Tanque nos demuestran que Margarita combina -como ningún otro territorio- un pasado glorioso, un presente pujante y un futuro aún más prometedor.