Capricho margariteño

Aunque usted no lo crea, en Nueva Esparta se produce un exquisito queso de cabra, con altos estándares de calidad y elaboración completamente artesanal, que no tiene nada que envidiarle a la mejor denominación de origen. Así que nos fuimos hasta la Granja La Tacariba y a continuación le contamos todos los detalles.

Por: Karina López, publicado en la revista Clase Turista diciembre 2008

Carvis Hidalgo y Amílcar Pérez nos abren orgullosos las puertas de su granja -y de su vida- en la Isla de Margarita: 200 cabras lecheras de origen alpino-francés, genéticamente puras pero criadas en República Dominicana y por lo tanto aclimatadas a las condiciones del trópico, son la prueba viviente de su genuina pasión por lo que hacen.

Después de muchas horas de lectura, cursos sobre elaboración de quesos, muchos intentos fallidos, viajes a Francia, consulta a expertos, horas y horas de pruebas y mucha leche derramada por ensayo y error, Carvis finalmente sabe cuál es el punto. “Por tratarse de un producto vivo, cualquier mínimo factor influye. Hasta el humor puede hacer la diferencia cuando de elaborar quesos se trata”.

Por ahora este manjar es distribuido exclusivamente entre restaurantes de la isla, originando en cada templo del buen comer platos emblemáticos como los famosos camarones en colchón de queso de cabra margariteño de Casa Caranta, los suculentos envoltinis de dátiles rellenos con esta exquisitez de Da Luciano’s, la sublime torta de queso criollo con queso de cabra margariteño de La Trattoría de Chana, entre muchos otros.

Cabras con pedigree

Mucho se habla de que los quesos de cabra suelen ser mezclas de leche de cabra con leche de vaca. La pureza de estos quesos de cabra margariteños está completamente garantizada, pues los animales son genéticamente puros (tan es así que la mayoría de ellos está inscrito en el American Dairy Goat Association), y -según el exigente criterio de los chefs que luego se encargan de trabajar con el producto- esto marca la diferencia, sobre todo a nivel de consistencia y acidez.

En 7 hectáreas y media de terreno se distribuyen 13 corrales, en los que las cabras están separadas según su condición, peso y edad (incluyendo hasta una suerte de enfermería, donde se alojan las que necesitan cuidados especiales). Carvis nos cuenta que este sistema se llama Estabulado: “Nosotros les traemos a sus corrales todo lo que ellas puedan necesitar, tanto a nivel de alimentación como en la parte sanitaria, para que ellas drenen su energía a través de la leche, en lugar de gastarla en buscar alimento”.

En la Granja La Tacariba se trabaja las 24 horas al día, los 365 días del año. Todas las cabras están meticulosamente enumeradas y registradas, y el queso sigue un riguroso proceso de pasteurización. Este proyecto, único en nuestro país, cuenta desde sus inicios con la asesoría de la Universidad Central de Venezuela. “El promedio de producción de leche de una cabra venezolana está entre 300 y 500 CC al día, en nuestra granja en cambio se ubica entre 3 y 5 litros, pues la cantidad de leche depende de la genética y de la alimentación que se le de al animal”, afirma Carvis.

Las cabras productivas se ordeñan todos los días: temprano en la mañana y al final de la tarde. En la granja tienen la segunda sala de ordeño para cabras instalada en Venezuela. “Es un proceso bellísimo -cuenta Carvis, emocionada-, además de que ellas son muy territoriales y tienen puestos fijos. Todo es realmente muy relajante, para mí esta es una terapia anti-estrés”.

Y finaliza: “En Francia hay 365 tipos diferentes de queso de cabra. En Venezuela esta es una disciplina bastante reciente, y justo ahora hay como un despertar de la actividad caprina: los chivos en Venezuela siempre han sido utilizados para carne, pero se ha descubierto que la leche de cabra tiene propiedades muy superiores a la leche de vaca”.

¿Cómo ubicarlos?
En San Sebastián de Tacarigua, pasando la iglesia, allí usted pregunta y todo el mundo sabe donde queda la granja. De todas formas, puede comunicarse con Amílcar o Carvis a los números (0414)129.40.08 ó (0414)316.05.92.

El sabor de lo natural


Hicimos un eco-tour y recorrimos el mismo día Sendero La Chica, Playa La Auyama y la Finca Paraguachoa: Tres paisajes espectaculares y completamente diferentes, tres experiencias muy particulares ¡y sin salir de Margarita!

Por: Karina López, publicado en la revista Clase Turista diciembre 2008

A primera hora de la mañana nuestro magnífico y amable guía Tello nos pasó buscando por nuestra casa para llevarnos directamente hasta Sendero La Chica, en la Península de Macanao, hogar de la Cotorra Margariteña (Ave Regional endémica de la isla). Esta suerte de laberinto vegetal, además alfombrado por piedras calizas, está bordeado por cuatro espectaculares cerros -Macanao, Risco Blanco, Los Cedros y El Guarataro- y es un lugar para caminar, aprender y estar en contacto con la naturaleza.

En Sendero La Chica nos incorporamos al grupo de turistas e hicimos una caminata de aproximadamente 1 hora, donde además de observar la excelente labor de la Organización Provita en el área para preservar la Cotorra Margariteña en su hábitat natural, vimos diferentes especies de aves -como cotorras, cardenalitos, gonzalitos, paraulatas y colibríes- y nos topamos con iguanas y lagartijos de diferentes tamaños, mientras nuestro guía nos daba una charla acerca de los diferentes tipos de árboles y especies vegetales, su utilidad específica y las características de cada uno.

Allí, entre más de 40 tipos de bromelias, tunas bravas, yaguareys, guaritotos y melones del desierto, supimos -entre otras cosas- que el Quebrajacho, por ejemplo, es de madera muy fuerte y suele “soldar” sus ramas cuando se rozan unas con otras; el Cardón Cactus “crece donde lo pongas”, de hecho los margariteños lo usan mucho para hacer cercas; el Yaurero es cactus durante los primeros 40 años de su vida y después cambia su piel por un tronco, para vivir así al menos otros 40 años más; y la Cuica se distingue fácilmente porque su tronco es verde y ceroso, pues por allí hace la fotosíntesis, con la particularidad de que está lleno de agua por dentro (en un incendio permanece intacto). Su fruto provee de alimentos a la cotorra.

Y a media mañana…

Tras reunirnos nuevamente en la churuata de Sendero La Chica desde donde partimos e hidratarnos convenientemente, continuamos nuestro recorrido hasta Playa La Auyama, paraje al que se puede llegar sólo en vehículo de tracción en las 4 ruedas. Se accede por una sinuosa carretera de tierra, pero al llegar descubrimos inmediatamente que la travesía realmente valió la pena: Se trata de una playa casi virgen, de aguas intensamente azules -en tonalidad aguamarina- bajo un cielo impecablemente azul.
Literalmente entre el desierto y el mar, Playa La Auyama tiene 350 metros de arena blanca, y sus aguas son cálidas, con un oleaje que varía entre moderado y fuerte. La zona no tiene vegetación y, aunque el sol es constante, el viento no deja de soplar, lo que resulta muy agradable. La soledad y el aislamiento la distinguen. Sólo unas pocas rancherías de pescadores pueblan su orilla.

Después de almorzar en un delicioso punto de comida criolla cerca de La Asunción, nos dirigimos al punto final de nuestro recorrido: la Finca Paraguachoa. Enclavada en el mítico valle de Pedrogonzáles, rodeada de unas montañas prodigiosas, llegamos a pensar que no estamos en Margarita: En un terreno de 2 hectáreas lleno de verde, frescura y árboles frutales, se levantan 12 galpones -1 de cultivo hidropónico y 11 de cultivos orgánicos en tierra, con sistema de goteo- que permiten un sistema mixto de cultivo mediante el cual se obtienen, en menor tiempo, productos de gran calidad y sabor (llama mucho la atención el descomunal tamaño de cada ejemplar).

Todos lo productos tienen la garantía de ser cultivados al natural, sin pesticidas ni productos químicos. La tierra es abonada con humus de lombrices, producido en la misma finca. Los sembradíos de los galpones –17 productos diferentes entre los que se cuentan espinaca, ají margariteño, rúgula, hierbabuena, romero, perejil, cilantro, tomillo, cebollín, y tomates cherrys- se suman a la producción de alfalfa, que se hace en otra dependencia, y es 100% hidropónica. Todos los productos son artesanalmente empaquetados y distribuidos a los supermercados de la isla, y cada vez son más los restaurantes margariteños que emplean en su cocina los productos de la Finca Paraguachoa.

Contacto:
Ricardo Diotaiuti, Sr. 4x4
www.sr4x4.com
Tel: (0295) 263.76.05

¡Tienes que vivirlo!

Con una privilegiada ubicación en la Isla de Margarita -a los pies del Cerro Guayamurí y a orillas de Playa El Tirano-, en Parque El Agua la diversión está garantizada, no importa la edad del visitante.

Por: Karina López, publicado en la revista Clase Turista octubre 2008

Más que un parque temático, entramos en un oasis de agua dulce -refrescante y diferente- dentro de la ya de por sí maravillosa Margarita. Al norte de la isla, Parque El Agua es para nosotros una agradable sorpresa: se trata de un espacio más generoso de lo que pensábamos. Además de sus múltiples atracciones, tiene una nutrida gama de posibilidades para agradar al visitante, tanto al que busca adrenalina, como al que quiere solo diversión, al que prefiere el relax o al que desea experimentar una combinación de todas estas emociones.

Todas las áreas acaban de ser remozadas y las atracciones fueron renovadas por completo, de hecho los representantes del parque aseguran que las instalaciones están casi tan nuevas como cuando abrieron sus puertas hace siete años. Nos llama la atención toparnos con nombres en Pemón, y es que -según pudimos conocer- las atracciones fueron diseñadas como tributo a la región sureste de nuestro estado Bolívar.

La profusión de bien cuidados detalles denota que todo está calculado para el disfrute total: Se nota que detrás de la fantasía que el público ve hay una sólida estructura empresarial. Nos agrada especialmente la vigilancia, pues aún con el respaldo de varias cámaras de seguridad y los 21 guardavidas distribuidos en todas las áreas del parque (que en temporada alta ascienden a 31), el control es tan amable como discreto.

Para todos los gustos

Hacemos un recorrido por todas las instalaciones y decidimos que nuestra aventura será progresiva. La señalización del parque nos ayuda, pues según el grado de dificultad cada área la categoriza como caracol, tortuga, delfín o tiburón. El jacuzzi -suerte de piscina central con hidrojets- se nos presenta como el área perfecta para entrar en calor. Así que comenzamos por allí.

Después nos adentramos en el río lento, corriente de agua que bordea todo el parque. Allí, acostados en una balsa, simplemente nos dejamos llevar por la corriente: De tanto en tanto, generosas caídas de agua bañan nuestro cuerpo y renuevan nuestras energías bajo el sol. El relax es total.

Con toda nuestra calma le dimos la vuelta al parque, y ahora queremos arriesgarnos un poquito más: ¡Vamos a explorar los toboganes!. Distribuidos en dos torres, al terminar de subir cada escalera para lanzarse, nos abruma la espectacular vista panorámica de 360 grados entre playa y montaña. Son en total cinco toboganes, nos montamos en los cuatro primeros, pero le dejamos el último a nuestros lectores más osados (Sus 18 metros de altura lo hacen muy retador. Es el más alto de Venezuela, y la caída libre dura sólo 3 segundos).

Así que terminamos felices en la acogedora área infantil, inspirada en la “Casa del Arbol”, con coloridos globos, toboganes y juegos que incluyen cañones de agua y un barril gigante que derrama cerca de 2 mil litros de agua cada 2 minutos. Es divertidísimo sentarse en la piscina, justo bajo el tonel, y esperar que vierta sobre los presentes su contenido. Las risas de grandes y chicos no se hacen esperar. Y por supuesto, las nuestras no fueron la excepción.

Tips

* La altura de cada visitante -independientemente de su edad- es lo que determina cuáles son las atracciones disponibles para él: Después del metro veinte de estatura tiene libre acceso a todas las áreas, antes de eso el paso es restringido.

* Es un detalle muy simpático ver a los fotógrafos distribuidos a todo lo largo y ancho del parque, captando los mejores momentos de cada visitante.

* El parque cuenta con duchas, vestuarios, lockers, centro de bebidas, un restaurante de comida rápida y otro de comida a la carta, además de animadores y múltiples espacios tipo churuata tanto con sillas como con tumbonas.

* Para finales de septiembre empiezan a construir en la parte de atrás del parque una piscina de olas, con capacidad para 1.500 personas, donde incluso se podrá surfear. En 6 meses estiman que estará lista. Y a mediano plazo hay otros proyectos.

* Los niños de menos de 80 centímetros de estatura no pagan entrada.

Con todos los sentidos

Esta vez nuestra aventura fue de navegación y contemplación, absolutamente deliciosa y relajada, al mejor estilo “adulto-contemporáneo”: Nos fuimos en un full day a la Isla de Coche en el trimarán North Star de Catamaranes del Caribe. Sólo para 30 personas.

Por: Karina López, publicado en la revista Clase Turista octubre 2008.

Como todo destino turístico que se precie, la Isla de Margarita ofrece gran cantidad de aventuras (para público eventualmente de todas las edades). Cada atracción resulta ideal según lo que cada quien esté buscando: De allí que es muy importante saber exactamente en qué consiste la oferta turística de la que se dispone y tomar una decisión de compra después de estar absolutamente seguro de la actividad que se va a realizar.

Aunque este es un axioma universal, en Catamaranes del Caribe es particularmente importante: la empresa ofrece varios productos, y la logística, la ruta y el performance en cada uno es completamente diferente. Aquí les contaremos nuestra experiencia a bordo del trimarán North Star.

Nuestro guía fue el inigualable Carlos “Morocho” Mujica, músico de profesión (para más señas percusionista, con el único que no ha tocado es con Rubén Blades) con 30 años en el turismo tanto nacional como internacional, casi 5 años en la ruta a Coche y un conocedor apasionado de la historia de Margarita.

Durante toda nuestra travesía el sol refulgía en el cielo, sobre un fondo impecablemente azul, mientras la brisa soplaba con fuerza y el agua era de un precioso aguamarina intenso, que en algunos sectores se hacía más oscuro: Toda la exhuberancia y los colores del mar del trópico explotaban ante nuestros ojos… Una verdadera bendición de la naturaleza. El bar abierto de bebidas nacionales nos mantuvo siempre frescos.

Mar adentro

Zarpamos del muelle de La Isleta y navegamos “a velocidad de crucero” durante 1 hora y 20 minutos, hasta llegar al punto en el que haríamos snorkel: Punta de Chivatos (mejor conocido como Piedra Negra). Allí anclamos el trimarán y nos sumergimos por media hora en un arrecife de coral, a una profundidad de aproximadamente dos metros y medio.

Después navegamos 1 hora y 20 minutos más, a la misma velocidad que antes, bordeando toda la costa sur de la Isla de Coche -territorio famoso por los llamados vientos salvajes, por su producción de sal y sus comunidades de pescadores-, pasando por pueblitos como Zulica, El Amparo, Guinima, El Bichar y Guamache. Los pescadores estaban en sus faenas diarias, y era todo un espectáculo ver cómo revoloteaban los pelícanos y por momentos se volvían “domésticos” mientras los hombres de mar limpiaban el pescado en sus barcos.

Del otro lado del trimarán veíamos tierra firme (específicamente la Península de Araya y el Golfo de Paria) y pasamos frente a dos islotes que no aparecen en el mapa: Lobo y Caribe. Vimos gran cantidad de peces que se deslizaban sobre el agua como si por momentos bailaran sobre ella, y Carlos nos explicó que se llaman “Maraos” (así mismo hay un pez volador -con alas y todo- que se eleva hasta 200 metros). En época de sardinas -según nos dijo nuestro guía- también se pueden ver delfines.

Al mediodía llegamos a Playa La Punta en Coche, aguas cristalinas bordeadas de interminables metros de arena blanca en todo su esplendor. Después de instalarnos en nuestras tumbonas frente al mar, pasamos al restaurante y disfrutamos de un delicioso almuerzo tipo buffet. Descansamos un par de horas en la playa y nos devolvimos a nuestro punto de partida.

El viaje de regreso lo hicimos con las velas recogidas, y la velocidad del trimarán era sensiblemente mayor. Incluso la música era latina. El ambiente que se logró era completamente diferente al de la mañana. Esta vez la embarcación hizo la ruta regular, a motor, directo desde Coche al muelle de La Isleta (más o menos 1 hora). Cuando el tiempo lo permite, el North Star pasa frente a Playa El Yaque para que los turistas se puedan deleitar con el espectáculo visual que ofrecen el windsurf y el kitesurf.

Micros de radio

Producidos por Karina López para el espacio Clase Turista en la emisora Onda, 97.3FM de Puerto Ordaz, octubre 2008.

* Es difícil describir todo lo que ofrece la Isla de Margarita sin caer en lugares comunes: Un paraíso tropical, un tesoro por descubrir, mil sorpresas en un solo lugar… Y es que en sus 930 kilómetros cuadrados, la isla alberga más de sesenta playas, dos Parques Nacionales, cuatro Monumentos Naturales, diferentes tipos de clima, vegetación y fauna, pueblos típicos, artesanía, museos, castillos, fortines, teatros, iglesias, gastronomía, vida nocturna... Y como si esto fuera poco, también es Puerto Libre. En Margarita cada esquina es una grata sorpresa, y desde Clase Turista poco a poco iremos develando cada una de estas maravillas para Usted.

* Así como existe el Parque La Llovizna en Puerto Ordaz, el Parque del Este en Caracas o el Parque Negra Hipólita en Valencia, en Margarita encontramos Playa La Caracola: un gimnasio a cielo abierto consagrado al ejercicio, al relax, al disfrute y a la contemplación de la naturaleza. Con la bendición de tener mil doscientos metros de costa frente al mar, al aire libre, los deportistas caminan, trotan, patinan, meditan, conversan, pasean sus perros, toman sol o se bañan en la playa desde que amanece hasta que cae la noche. Contágiese de esta energía de salud y -la próxima vez que vaya a Margarita- no deje de visitar Playa La Caracola en el sector Costa Azul de Porlamar.

* Da gusto ver cómo el trabajo artesanal, elaborado con técnicas heredadas y utilizando los recursos de la tierra, tiene la peculiaridad de ser un oficio que caracteriza a cada población margariteña: Santa Ana del Norte es conocida por sus chinchorros; el Valle de Pedrogonzález por sus mapires; La Vecindad por sus hamacas; la Sabana de Guacuco por sus maras; San Juan Bautista por sus sombreros de cogollo, así como por su dulcería y por su orfebrería; El Cercado por su cerámica y El Maco por su tabaco y por sus zapatos. Maravíllese con esta ruta artesanal la próxima vez que esté en Margarita y conéctese con las verdaderas raíces de la Perla del Caribe.

* Mundialmente famosa por la belleza de sus atardeceres y crepúsculos, la bahía de Juan Griego en la Isla de Margarita es la ciudad y puerto más septentrional de toda Venezuela. Todos los días se dan cita decenas de personas que quieren admirar y fotografiar uno de los espectáculos más impactantes del Caribe. Situada al borde del mar, Juan Griego destaca además por su pujante vida comercial y su floreciente actividad gastronómica. Su monumento más emblemático es el Fortín de La Galera: Si allí un niño le pregunta si quiere que le cuente la historia, dígale que sí, y por una pequeña propina sabrá por qué la ciudad se llama Juan Griego y qué fue la batalla de Matasiete.

* Para los amantes del buceo, el Archipiélago de Los Frailes -en la Isla de Margarita- es una verdadera joya: Un grupo de 8 islotes deshabitados, como a 45 minutos de navegación desde Playa El Tirano, con una visibilidad estupenda y una vida marina llena de riqueza y colorido: Barracudas, morenas, langostas, peces loro, cangrejos flecha y diversos fondos coralinos con su propia fauna submarina… un verdadero acuario natural. Pero si Usted quiere ver todas estas maravillas y no tiene experiencia subacuática previa, no se preocupe: En el Archipiélago de Los Frailes abundan los programas de instrucción de buceo y snorkeling para principiantes.

* Cerro El Cacao, en la Isla de Margarita, es la formación natural que separa el pueblo pesquero de Manzanillo del valle agrícola de Pedro González. A cuatrocientos ochenta metros sobre el nivel del mar, el ascenso es realmente alucinante: En un momento caminamos por un bosque tupido y, al siguiente, transitamos por un espacio abierto, con panorámicas completamente verdes de praderas y sembradíos, para entrar de repente en un sendero bordeado por espigas inmensas. Y, de cuando en cuando, el mar se extiende a nuestros pies. Así que decídase a conocer otros rincones de la isla de Margarita y visite Cerro El Cacao… Desde Clase Turista le aseguramos que es uno de los secretos mejor guardados del territorio insular.

* Venezuela es el tercer país del mundo con mayor cantidad de especies de insectos (después de nuestros vecinos Brasil y Colombia), y en la Isla de Margarita encontramos la mayor recopilación de especies nacionales que existe en nuestro país: la Colección de Mariposas Harold Skinner. En promedio esta muestra exhibe veintisiete mil insectos, de los cuales tres cuartas partes son mariposas, y la otra cuarta parte está compuesta por mantis religiosas, moscas, avispas, arañas, chicharras, escarabajos, escorpiones y escalopendras. Así que en su próximo viaje a Margarita atrévase a penetrar otro mundo y no olvide visitar la Colección de Mariposas Harold Skinner, en la urbanización Playa El Angel. Le garantizamos que no se arrepentirá.

* Entre el mar y la montaña, específicamente en San José de Galipán, encontramos el único Museo de Arte Ecológico del mundo (bautizado así por la Universidad Simón Bolívar). El Jardín de las Piedras Marinas Soñadoras es un recinto completamente al aire libre en el que todas las obras se pueden -y se deben- tocar: El suelo está cubierto por cientos de piedras de mar, que están dispuestas en diversas composiciones con múltiples esquemas estéticos e infinitas propuestas energéticas. Es una experiencia sin igual. Así que ya sabe: Cuando vaya a Galipán, no deje de ir al Museo de Las Piedras Marinas Soñadoras y disfrute de una experiencia única que atesorará toda la vida.

* Con la flota de fabricación artesanal de lanchas pargo-mero para pesca de altura más grande del mundo (aproximadamente 15 mil barcos), el mar del estado Nueva Esparta -integrado por las islas de Margarita, Coche y Cubagua- tiene muchos más peces que cualquier otro territorio insular del Caribe. Aún hoy por hoy la construcción de embarcaciones para la pesca es un proceso completamente artesanal, que -a diferencia de la carpintería de ribera en otras latitudes- prescinde de planos o instrumentos formales. En su próximo viaje al estado Nueva Esparta deténgase a contemplar la construcción de una embarcación: Quedará maravillado.

* Visitada tanto por los amantes del windsurf de todas partes del mundo como por las familias con niños pequeños, Playa El Yaque en la Isla de Margarita se caracteriza por su excelente clima soleado todo el año, su viento fuerte y constante (en particular de octubre a abril) y sus aguas tranquilas y poco profundas. Los asiduos de Playa El Yaque son principalmente europeos, y las escuelas de windsurf están atendidas muy frecuentemente por instructores franceses, ingleses, americanos o alemanes. En su próxima visita a Margarita, Playa El Yaque es una parada obligada: aunque no practique el windsurf, el espectáculo de ver las velas multicolores sobre el mar bien vale la pena.

Emociones fuera de borda

Atrévase a vivir una aventura llena de diversión, adrenalina y mucha acción: haga suyo el Mar Caribe y navegue como nunca antes por las más bellas playas vírgenes de la costa norte de la Isla de Margarita… ¡manejando su propia lancha!

Por. Karina López, publicado en la revista Clase Turista octubre 2008.



A las 9 de la mañana ya está todo el grupo en Playa Zaragoza, todos con nuestros trajes de baño puestos, mucho protector solar, lentes de sol (como después comprobamos, son imprescindibles) y el bolso con las toallas y los efectos personales. Nos recibe el amable Yender, e inmediatamente nuestro guía durante toda la travesía, el expresivo Tommy, nos explica cuál será el recorrido que haremos, las normas que debemos seguir, las señales imprescindibles para la navegación y el uso de los comandos que están a nuestra disposición en cada lancha.

El paseo -nos informa- durará dos horas y media. No es necesario tener experiencia previa, tampoco se trata de una competencia: los únicos requisitos son querer disfrutar, tener espíritu de equipo y poseer capacidad de seguir instrucciones. Es fundamental que todo el grupo se mantenga junto, a una velocidad constante, y que nos cuidemos entre todos para evitar cualquier incidente desagradable. Todo está cronometrado.

Después de ponernos los chalecos salvavidas, nos montamos en las respectivas lanchas de fibra de vidrio (de 4 metros de largo cada una, motor fuera de borda de 30 caballos de fuerza) y nos sentimos muy orgullosos al enterarnos de que son de diseño y fabricación 100% margariteña. ¿La capacidad? En cada una solo caben dos personas: el piloto y el copiloto. La adrenalina está concentrada a su máxima expresión.

1,2,3… ¡Partida!

Tras una vuelta inicial de familiarización de cada tripulante con su lancha, comienza el recorrido. La fila va precedida por una embarcación guía, a la cual todos los pilotos debemos seguir, y está escoltada por un peñero de apoyo, en el cual va el personal auxiliar con todas las cosas que no se deben mojar (entre ellas el refrigerio y los bolsos de los turistas).

Nos dirigimos al norte, en dirección a Punta Pariguá, y pasamos por Puerto Cruz, Puerto Viejo, Playa Arenas, Playa Constanza y Playa Manzanillo, hasta llegar a Playa La Propia. Es sorprendente ver desde el mar los parajes desde los cuales tantas veces nos hemos extasiado contemplando la inmensidad de ese infinito océano azul.

La conjunción del viento, la velocidad, el sol, el ruido del motor, el impecable azul del cielo, el continuo salpicón de agua en la cara y la sensación del salitre en nuestra piel es realmente mágica, y si a eso le sumamos la exhuberancia natural de nuestra querida isla la experiencia es alucinante. La gran cantidad de gaviotas y pelícanos a nuestro alrededor es, además de pintoresca, anuncio de una particular abundancia de peces.

Y en efecto es así. Normalmente el tour hace una parada en Playa La Propia para descansar un rato, liberarnos del chaleco salvavidas, extasiarnos con el paisaje, bañarnos en la playa, tomar un refrigerio y renovar energías, pero debido a la intensa faena de los pescadores hicimos lo mismo en la playa contigua: Care-Care. Una vez que cargamos las pilas, nos devolvimos a Playa Zaragoza por la misma ruta, y tras más de media hora de navegación llegamos felices, amando la isla más que nunca, agradecidos con la vida por tanta belleza natural y con ganas de volver.

RECUADRO:

Tras Bastidores

María Amelia Pérez, socia y Vice-Presidenta de Margarita Splash, nos cuenta que la empresa tiene casi 3 años operando en Margarita, y actualmente tiene una flota de 10 lanchas que salen en la mañana y en la tarde (todas las unidades están aseguradas, además de la póliza de accidentes personales para cada turista, aunque hasta ahora afortunadamente no ha habido necesidad de usarlas).

¿De dónde surgió la idea?
De un tour similar que existe en República Dominicana.

¿Qué es lo que más se daña en las lanchas?
Las guayas de aceleración y los sistemas de dirección, que tenemos que tener en stock permanentemente y solo se consiguen en el exterior.

¿Cuál ha sido el secreto del éxito?
Fusionar nuestras actividades turísticas con las del sector pesca: La logística tiene que ser conjunta, y nadie conoce el mar como los pescadores.

Contacto:
María Amelia Pérez
0414-563.31.70
http://www.margaritasplash.com.ve/


Especial: Redescubriendo Margarita
Por. Karina López, publicado en la revista Clase Turista octubre 2008.

Además de la playa, los paisajes, los deportes acuáticos, las compras y la rumba, muy pocos saben que la isla es una continuación del sistema montañoso del Caribe, separada de la costa continental por la Depresión de Cariaco, y aún son menos los que se atreven a salir de la rutina turística… Recorrer las montañas de Margarita es una experiencia sin igual que nos permite aislarnos eventualmente del bullicio y alternar -en el mismo día- con todo el resto del ambiente caribeño.

En esta oportunidad nos adentramos en dos de las elevaciones insulares más emblemáticas, Cerro El Copey y Cerro El Cacao, cada una abordada -a drede- desde una perspectiva diferente: La primera por una carretera asfaltada y la segunda por un sendero de tierra… Dos mundos, dos experiencias diferentes, dos modos de hacer ecoturismo, una sola finalidad: Compartir con la naturaleza y ratificar que somos parte de ella.

En ninguno de los dos casos se necesita una preparación física especial. Así que invitamos al lector a reclinarse en su asiento y disfrutar de este fascinante viaje sensorial, un abrebocas de lo que vivirá la próxima vez que visite la Isla de Margarita…


Su majestad Cerro El Copey

Debe su nombre a la gran abundancia de matapalos, comúnmente llamados "copeyes". Su riqueza ecológica y espiritual lo dotan de una envolvente magia que lo hacen una visita obligada la próxima vez que venga a Margarita

Por. Karina López, publicado en la revista Clase Turista octubre 2008.


Al norte de la isla encontramos la montaña más alta, con 930 metros sobre el nivel del mar: Cerro El Copey. Se eleva dentro del Parque Nacional del mismo nombre, en la población de La Sierra, y su cima se denomina Cerro Grande, donde están las antenas de telecomunicaciones de varias compañías privadas de telefonía y televisión, incluso de la Fuerza Aérea Venezolana. También conocido como “Cerro Palma Real”, se puede divisar desde diferentes puntos, y para llegarle tomamos la carretera Porlamar-La Asunción, para luego subir desde el casco histórico de la capital neoespartana hacia el Castillo Santa Rosa. De ahí sale la vía pavimentada que entra al Parque Nacional. Allí comienza nuestro recorrido a pie, una hora y cuarto sin pararnos hasta llegar a las antenas.

Sin embargo hay quienes acceden a esta montaña por su cuenta a través de senderos de tierra por El Valle del Espíritu Santo, por La Asunción, por el Valle de San Juan Bautista, o por los lados de Tacarigua. Pero estos recorridos son completamente informales y se dan más que todo entre los lugareños que por generaciones han conocido el área: para quienes somos sólo turistas queriendo disfrutar de la isla no es recomendable emprender esta aventura sin un guía especializado que conozca el lugar.

Llegar hasta la cima es una experiencia única, y son muchas las razones: primero porque a medida que subimos (empezamos el ascenso al nivel de mar) vemos cambios muy marcados de paisaje, vegetación, fauna y clima; segundo porque permite disfrutar de panorámicas inigualables, con neblina ya a cierta altura; y tercero porque uno se olvida completamente de que está en La Perla del Caribe.

A pesar de ser poco elevada, la montaña encierra lo que es verdaderamente un oasis en Margarita. Mientras el resto de la isla luce semiárido y con mucho sol, aquí todo es distinto: el viento silba constantemente, la brisa es fría, el follaje cambia radicalmente y se encuentran pequeños riachuelos descendiendo por el camino, de hecho es el único lugar donde es posible observar fuentes permanentes de agua. Y es que Cerro El Copey también es un centro de drenaje natural, donde se concentra la mayor humedad de la isla.

Un mundo fascinante

Con una extensión de aproximadamente 7.130 hectáreas, el Parque Nacional Cerro El Copey es uno de los principales pulmones vegetales de la Isla de Margarita. Desde su cima disfrutamos una vista inigualable: en días despejados se tiene una panorámica completa de toda la Isla, incluyendo las vecinas Coche y Cubagua. El cerro también alberga especies únicas tanto de flora como de fauna, y para muestra están el mono cebú, la ardilla, el venado y el conejo margariteño, el cachicamo, la macagua (ave endémica), la guacharaca, el azulejo, el tutuel, el turpial, la traga venao, la coral, la bejuca, el verde gallo y la rana del copey.

En la montaña se encuentran además las nacientes de los ríos más importantes de la isla: el Toro, el San Juan, el Valle y el Asunción. Es una verdadera maravilla encontrarnos esas pequeñas cascadas naturales de agua fría entre las piedras del camino y poder refrescarnos la cara mientras nos deleitamos con su mágico sonido, y ni hablar de la fuerza que adquieren las mismas torrentes después de que llueve: se convierten en una verdadera fiesta para los sentidos.

Rodeado de valles y planicies, su vegetación boscosa registra especies delgadas de árboles y arbustos que se “enanizan” a medida que ascendemos. En los planos elevados se encuentra el bosque seco tropical y el bosque húmedo tropical, donde proliferan los árboles copey con su característica flor blanca y amarilla. El matorral achaparrado es una vegetación que solamente se halla en la cima del cerro (que por cierto, es chata) y tiene el aspecto de una linda pradera verde que alberga helechos, una especie de orquídea única en la isla, la palma carana, las bromelias, las calas y otras plantas, muchas de las cuales son endémicas.

Sin duda alguna el Parque Nacional Cerro El Copey es una verdadera joya, un recurso natural de incalculable valor -ecológico y turístico- que afortunadamente hoy está protegido por Inparques, pero nuestra conciencia conservacionista es fundamental para mantenerlo. Si bien al comenzar el ascenso la montaña nos acoge con amor, tenemos que tener en cuenta que somos nosotros los que estamos entrando al hogar de muchos seres vivos que merecen respeto y consideración, y que nos tratarán igual que como nosotros los tratemos. Sólo nuestra conducta hará la diferencia: por la isla, por nosotros mismos y por los miles de turistas nacionales y extranjeros que merecen una experiencia como ésta.

Algunos consejos:

¿Qué debo llevar? Mucha alegría y energía positiva, unos buenos zapatos de goma, pantalones largos, lentes de sol, una camisa fresca, mucho protector solar, una gorra, una botella de agua y un buen sweater. Ah y una buena idea para todos a quienes nos gusta la lectura, es llevarse también un buen libro para leer cuando lleguemos a la cima.

¿Cuál es la mejor hora para subir? El acceso está permitido desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde. Mientras más temprano comencemos el ascenso, mejor.

¿Dónde dejo mi carro? En el estacionamiento del parque. Es seguro y es gratuito.

¿Puedo quedarme a dormir? No hay instalaciones para acampar.

¿Qué es imprescindible antes de subir? Por su propia seguridad, no deje de registrarse en el libro de visitantes en la caseta de guardaparques.

¿Qué no debo llevar? Amargura, basura, malas intenciones, resentimientos, elementos contaminantes, pensamientos negativos o armas

Cerro El Cacao: Un paseo por las nubes

En un momento estamos caminando por un bosque tupido y, al siguiente, transitamos por un espacio abierto, con panorámicas completamente verdes de praderas y sembradíos, para entrar de repente en un sendero bordeado por espigas tan altas como nosotros. Y, en puntos específicos del trayecto, nuestra mirada se topa con el mar.

Por. Karina López, publicado en la revista Clase Turista octubre 2008.

Cerro El Cacao es la formación natural que separa el pueblo pesquero de Manzanillo del valle agrícola de Pedro González. Se eleva 480 mts. sobre el nivel del mar, y hay quien dice que este era el camino usado por los españoles. El ascenso es realmente mágico, caracterizado por la variedad, la exhuberancia y el equilibrio. Es imposible aburrirse, el trayecto está muy lejos de ser monótono y, a cada paso, nos espera una sorpresa para halagarnos: Praderas, bosques secos y húmedos, laderas y senderos tupidos se suceden entre sí armónica e ininterrumpidamente.

El olor en cada etapa es muy característico, no sólo por el tipo de bosque del que se trata y las características específicas de cada tramo, sino por la gran cantidad de plantas aromáticas silvestres que se encuentran en muchos trechos. La gama cromática a la que estamos expuestos -con toda la explosión tropical que implica- nunca fue más completa.

Comenzamos nuestro ascenso, justo desde la base de la montaña (entrando por Pedro González). Antes de subir nos habían dicho que además del sombrero, los lentes de sol, el protector solar y la toalla pequeña, cada uno debía llevar un litro y medio de agua. Nos parecía una exageración, pero hoy podemos certificar que esa es la medida exacta del líquido que se consume durante el recorrido. Pasamos 4 horas caminando y, el trayecto es tan delicioso, que literalmente no nos damos cuenta del esfuerzo físico que estamos haciendo.

Prueba superada

La primera hora transcurre un bosque xerófilo, predominantemente seco y espinoso, donde trozos de cuarzo y lajas de piedra alfombran el sendero, formando en muchos tramos una suerte de escalera natural. Ya comenzamos a ver bromelias de lado y lado, junto a las tarántulas que viven dentro de ellas. Según Miki, nuestro guía, esa es la parte más difícil del camino.

La segunda hora está constituida primero por un bosque semi-húmedo, una trancisión en la que el paisaje cambia visiblemente, y nos prepara para la tercera etapa de nuestra expedición. Desde que comenzamos a subir observamos colibríes, cardenales, zamuros, ciempiés, termitas (y sus nidos), e incluso, una macaurel.

La tercera hora la pasamos en alucinante bosque húmedo, en el que hay árboles de más de 20 metros de altura, con lianas de igual tamaño, y la exuberante dimensión de las bromeliáceas -que muchas veces se enredan en esos gigantescos árboles- nos hace pensar en esas aventuras cinematográficas en entornos selváticos que hasta ahora creíamos ficticios. Y de pronto, volvemos al bosque seco. Y en el siguiente recodo, en un espacio que también parece extraído de la gran pantalla, encontramos varios árboles de olivo.

Al mediodía llegamos a la cima de la montaña, al rancho de Rafaela, donde ella misma, sus 11 nietos y su hijo Asdrúbal, nos reciben con la sencillez, la calidez y la sinceridad típica del margariteño. Con esta maravilla de anfitriones y una vista espectacular de Playa Constanza, inmediatamente nos sentimos a nuestras anchas, y en medio de una conversación bien sabrosa disfrutamos un suculento almuerzo típico en fogón de brazas, sancocho en tapara, arepas, ensaladas, jugos naturales y café. El trayecto de bajada lo hicimos con las caras pintadas con Onoto, una tradición bien arraigada entre los más pequeños de la casa.

En los alrededores del rancho hay árboles frutales: desde naranjas, limones, aguacates, pomarrosa, mamey, cotoperí, mango, pan de año, parchita, piña, variedades de plátanos y cambures, grapefruit y otros. De allí salió nuestro postre.

Comenzamos a bajar la montaña -esta vez por el lado de Manzanillo- y en este trayecto la panorámica marina se hace omnipresente, con vistas inusitadas que solo en pequeños trechos ceden su puesto a espacios tupidos. Prácticamente todo el tiempo tenemos ante nuestros ojos el amplio Mirador de Constanza y las playas aledañas, pero después de una hora caminando -ya en la etapa final de la excursión- aparece majestuosa a nuestros pies el otro lado de la costa norte: Playa El Agua, Playa Parguito y El Tirano, con los islotes de Los Frailes al fondo.

Llegamos al pie de la montaña embelesados con todo lo que hemos vivido, ¡sin duda es una experiencia inolvidable! Definitivamente es un privilegio pisar todos los días esta tierra bendita que es nuestro país, agraciada por los cuatro costados, y descubrir a cada paso todas las sorpresas que esperan por nosotros.

Contacto:
Adriana Sánchez
Macota Tours
0412.196.02.83
www.unguiaenmargarita.com.ve

Una experiencia vivencial

El recorrido está integrado por múltiples “estaciones” en la que cada visitante completa una obra única e irrepetible. La propuesta filosófica subyacente, con sus propias leyes dimensionales, es una absoluta analogía con la vida y las preguntas existenciales que se nos plantean a menudo. El efecto magnético es inmediato.

Textos: Karina López, publicado en la revista Clase Turista octubre 2008.

Entre el mar y la montaña, específicamente en San José de Galipán, encontramos el único Museo de Arte Ecológico del mundo (bautizado así por la Universidad Simón Bolívar). El Jardín de las Piedras Marinas Soñadoras es un recinto completamente al aire libre en el que todas y cada una de las obras se pueden -y se deben- tocar: El suelo está cubierto por cientos de piedras de mar, que almacenan la memoria milenaria de toda la civilización y están dispuestas en diversas composiciones en las que convergen tanto múltiples esquemas estéticos como infinitas propuestas energéticas.

Las piedras en su mayoría son traídas de Macuto, y Zóez -el genial poeta autodidacta que ha creado este Jardín- no las modifica. “Yo simplemente resalto la magia de la naturaleza, ella me da las pautas para realizar mi trabajo. El mar es el vientre del Universo, y es esa energía la que guía mi mano. La obra se fundamenta en el culto a la mujer, como fuente generadora de vida y máxima expresión de las leyes del amor.”

Los entendidos afirman que las alineaciones arquitectónicas de todos los ejes son perfectas, mientras que los principios fundamentales del Jardín son muy básicos: La armonía antes que todo y el libre albedrío como premisa fundamental. “La ley es la participación y el delito la competencia”. Así las cosas, lo único terminantemente prohibido es la polémica.

Lenguaje del alma

Antes de ingresar al Jardín es necesario cumplir con dos pasos muy sencillos: Desprenderse de relojes, pues “la experiencia no se limita por la acción del tiempo”; y quitarse los zapatos (todo el recorrido se hace descalzo, sobre las piedras, la energía penetra por los cinco sentidos). Una vez que nos hemos desprendido de ambas cosas, los caballeros entrarán al museo sólo del brazo de una dama, pues “la mujer es el pasaporte a la vida”. A partir de allí se inicia toda la aventura sensorial.

Mientras caminamos sobre cada piedra, recorremos nuestro universo interior. Es una experiencia única que nos hace sentir de inmediato que nos conectamos con la energía milenaria de la naturaleza. “Miles de personas, en parejas o en grupos, de diversas fisonomías, ideologías, credos, culturas, idiomas y extracción social, han recorrido estas instalaciones y se han nutrido de sus enseñazas, en un proceso de retroalimentación -y eso es lo más lindo- que también nos permite a todos crecer espiritualmente.”

RECUADRO 1:

El personaje
Gonzalo Barrios Pérez, mejor conocido como Zóez, desde hace algunos años decidió transmitir su mensaje a través del contacto con energías inteligentes que guían su trabajo. Estudió hasta segundo año de bachillerato, no obstante sus razonamientos filosóficos están impregnados de absoluta profundidad. Adicionalmente -y lo que es más impresionante aún-, desde que eligió este modo de vida renunció voluntariamente a la lectura de cualquier género. El cintillo que usa en su frente es muy representativo de su concepto de la vida, pues posee tres franjas de colores que invocan el Poder, el Amor y la Luz. Y a la final, eso es lo que él emana, practica y resume en el principio: “El extremo del equilibrio es el balance con lo intangible”.

RECUADRO 2:

Tips para llegar
Al Jardín de las Piedras Marinas Soñadoras se puede acceder de tres maneras: subiendo la carretera al Avila desde Macuto, bajando desde Galipán o bajando desde el teleférico. Además de las visitas guiadas, en el jardín también se realizan Convivencias, Talleres, Planes Vacacionales y Bodas Ecológicas (matrimonios civiles, aniversarios u otras celebraciones románticas). El espacio se complementa con la posada El Jardín de la Luna y el restaurante del mismo nombre. Se puede contactar a Zóez por el (0416) 628.88.74 o (0416) 720.56.53.